Historia de San Vitores

La historia de San Vitores es mucho más apasionante de lo que parece a simple vista. Imagina esto: un joven sacerdote nacido en Cerezo de Río Tirón, que un día decidió retirarse a las montañas de Las Caderechas, a una cueva que él mismo excavó. Pero, ¿por qué lo hizo? Según la leyenda, fue un hombre profundamente devoto que buscaba una conexión más íntima con Dios. Después de años de vida ermitaña, tuvo una visión: un ángel le advirtió que su ciudad natal estaba siendo atacada por las tropas musulmanas de Abderramán II. Con esta revelación, Vitores no dudó en dejar su retiro y regresar para ayudar a su pueblo. No fue simplemente un retorno físico, sino espiritual. Con una predicación fervorosa, consiguió inspirar a los defensores cristianos, quienes luchaban por su vida y su fe. Pero lo más asombroso es que, con el poder de sus palabras, logró convertir a muchos de los atacantes musulmanes, incluyendo a Coloma, la hija del general enemigo. Este acto provocó la ira de los invasores, quienes lo capturaron y lo sometieron a un martirio brutal. Fue crucificado y decapitado, pero la leyenda dice que su fuerza de voluntad era tan grande que, incluso después de ser decapitado, continuó predicando con su propia cabeza en las manos. Pero los milagros de San Vitores no se detienen ahí. A lo largo de los siglos, muchos aseguran que su intercesión ha obrado prodigios. Hay historias de personas que han sido curadas de enfermedades o que han encontrado consuelo en momentos difíciles gracias a sus oraciones. Incluso hoy, los fieles acuden en masa a la ermita donde se dice que vivió, buscando su bendición. Cada año, el 26 de agosto, se celebra una gran romería en su honor. Los romeros, cargando su imagen, suben hasta la ermita para recordar la vida de este santo milagroso. Es un día lleno de música, baile y fe, una tradición que ha sobrevivido generaciones. San Vitores no solo fue un santo mártir, sino un símbolo de esperanza y devoción que sigue vivo en la memoria de muchos.