Edificio El Tigre

El industrial Jesús Muñoz Mendizábal era dueño de varias fábricas y, desde 1933, poseía, en este mismo solar, situado en la calle Botica Vieja en la Ribera de Deusto, un pequeño pabellón. Años después decidió derribar la instalación y construir un nuevo edificio, con la intención de instalar en él sus oficinas y exposición, y alquilarlo a diversas industrias ligeras. En 1940, encargó a arquitecto vizcaíno Pedro Ispizua Susunaga un nuevo edificio Fabril para alojar la fábrica de correas el Tigre. Un año más tarde, el industrial encargó a Joaquín Lucarini la escultura de un tigre de hormigón, para colocarla en lo más alto del edificio. Finalmente, el edificio pasó a tener cinco pisos más el bajo, con muros de hormigón armado y cubierta de terraza. Consta de dos partes diferenciadas, ocupando un solar en forma de "L". La fachada principal, la que da a la calle Botica Vieja, fue destinada, en origen, a oficinas y administración, mientras que la más larga y de corte más industrial quedó relegada a la calle lateral. Pero lo que distingue al inmueble es esa escultura situada sobre la torreta del edificio, sobre el vértice de la L: El Tigre. El tigre, que comenzó siendo un emblema publicitario, se ha convertido en uno de los símbolos más populares del pasado industrial de Bilbao. El edificio ha sido rehabilitado y convertido en viviendas de lujo, que son protegidas por la imagen de la fiera, de hormigón y 9 metros de longitud, que ruge día y noche mirando hacia Indautxu. Una vez desaparecida la fábrica que fue origen de todo y pasados los años, las nuevas generaciones no conocían el pasado del edificio y la escultura. Había quien la llamaba la pantera, por su pose fiero. Y muchos otros la leona, por semejanza con la denominación tradicional de los jugadores del Athletic Club de Bilbao, a los que se les conoce por "Los Leones". La realidad es que la escultura del Edificio El Tigre tiene todas las características propias de la figura de un tigre, incluyendo su pelaje y sus atributos masculinos, que a pie de calle no se distinguen fácilmente, y unos colmillos bien afilados visibles gracias a su gesto fiero. Gracias al Tigre de Deusto, como muchos lo llaman, en los anocheceres cuando se pone a llover en serio, Bilbao se parece un poco a la ciudad de Gotham, pero con un tigre bilbaíno y de hormigón.