Bilbao Infinito: La vida según Adán

Bilbao Infinito: La vida según Adán

Un relato de Bernardo Atxaga recitado por Espacio Invisible



Arte y cultura

Sobre este punto

José Irazu Garmendia, conocido con el seudónimo de Bernardo Atxaga, es un escritor vasco nacido en Asteasu (Guipúzcoa) en 1951. Su obra abarca cuento, novela, poesía y ensayo y ha sido escrita y publicada íntegramente en euskera. Ha traducido varias de sus obras a numerosas lenguas. Es el escritor en euskera más leído y traducido de la historia.​ Es un miembro de pleno derecho de la Real Academia de la Lengua Vasca desde 2006. En noviembre de 2010 también fue nombrado miembro de Jakiunde, Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras. Traducción de la obra "La vida según Adán". Enfermó Adán el primer invierno después de su salida del paraíso y asustado con los síntomas, la tos, la fiebre, el dolor de cabeza, se echó a llorar igual que años más tarde lo haría María Magdalena, y dirigiéndose a Eva, "no sé qué me ocurre" gritó, "tengo miedo" "amor mío, ven aquí, creo que ha llegado la hora de mi muerte". Eva se sorprendió mucho al oír aquellas palabras, amor, miedo, muerte y le pareció que pertenecían a una lengua extraña, ajena al paradisiaqués, y anduvo con ellas en la boca, masticándolas como pepitas, como raíces, hasta que creyó, amor, miedo muerte, comprender enteramente su sentido. Para entonces Adán ya se había repuesto, y volvía a sentirse feliz, o casi. Fue sólo, aquel hecho extraparadisíaco, el primero de una larga serie, de modo que Adán y Eva siguieron, por así decir, recibiendo clases intensivas de la lengua que decía amor, miedo, muerte, aprendiendo palabras como cansancio, sudor, carcajada, carcaj, carcamal, canción, caricia o cárcel; a medida que crecía su vocabulario, las arrugas de su piel aumentaban. La hora de la muerte, la verdadera, le llegó a Adán siendo ya muy viejo, y quiso entonces transmitir a Eva lo que había aprendido, su última verdad. "¿Sabes, Eva?", le dijo, "la pérdida del paraíso no fue en realidad una desgracia". A pesar de los trabajos, a pesar de lo del pobre Abel y todos los demás conflictos, hemos conocido lo único que, noblemente hablando, puede llamarse vida. Sobre la tumba de Adán se derramaron lágrimas corrientes, de agua y sal, que cayeron a tierra y no criaron jacintos, ni rosas, ni flores de ninguna clase, y de todos ellos fue Caín el que, paradójicamente, con más desgarro lloró; Luego Eva recordó con tierna sonrisa la primera gripe de Adán Y así, tranquilos, se fueron a casa y tomaron caldo caliente, y chocolate.

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