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Monte Igeldo
Un parque de atracciones con las mejores vistas
Lugar pintoresco
Sobre este punto
El Monte Igeldo se alza en el extremo de la Bahía de La Concha, marcando el límite entre el mar y la ciudad. Un lugar que aúna pasado y presente, donde recordarás tu infancia gracias a un parque de atracciones pintoresco como los que ya no quedan. Donde viajarás al pasado en un funicular de 1912, y desde donde podrás disfrutar de las vistas más emblemáticas de la ciudad.
Desde la cima podrás divisar toda la ciudad, pero también parte de la costa guipuzcoana y el inmenso mar cantábrico. Podrás disfrutar de la tranquilidad de la Bahía y de la agresividad de las olas chocando contra los acantilados. Un lugar que esconde un secreto, un Parque de Atracciones, que no ha perdido su esencia de la "Belle Epoque".
Inicialmente un centro de ocio con un casino y restaurante de lujo, tras la prohibición del juego en 1925, se convirtió en un lugar de elegantes bailes y meriendas. En 1929, después de visitar la Exposición Iberoamericana en Sevilla, trajeron atracciones como el tiovivo y la montaña rusa, marcando el comienzo de la diversión en este emblemático parque.
Desde el siglo XVI hasta 1854, este lugar albergaba un faro de leña que ayudaba a evitar naufragios en la peligrosa entrada al puerto. A pesar de su alcance de más de nueve leguas, se abandonó debido a los destrozos de las guerras carlistas y las frecuentes nieblas. Sin embargo, la Sociedad Monte Igueldo decidió restaurarlo, encargando al arquitecto Luís Elizalde su reconstrucción. Ahora, este renovado Torreón cuenta con una terraza panorámica desde donde se puede disfrutar de vistas espectaculares, incluyendo el cabo vizcaíno de Matxitxako y las Landas francesas en días despejados. Además, ofrece una experiencia interactiva para niños, permitiéndoles descubrir de manera divertida y amena el tesoro más oculto de Igueldo.
La atracción estrella y la más querida por todos en el Monte Igueldo es la montaña rusa. Aunque su estructura fija de hormigón despeja la duda sobre su clasificación como montaña rusa tradicional, sigue generando risas y gritos en todos los que se aventuran a bajar por sus cuestas. Su origen y año de fabricación son temas de debate: algunos sugieren 1928 con un creador llamado Heidrich, otros mencionan 1930 asociado a un ingeniero suizo, mientras que una tercera teoría la vincula con la Exposición de Sevilla en 1929.