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Puerto Viejo de Algorta
Un pueblo de marineros
HistoriaLugar pintoresco
Sobre este punto
Inicialmente, Algorta era sólo un pequeño enclave con una población dedicada a actividades relacionadas con el mar. La actividad marinera del puerto de Algorta estuvo siempre adaptada a las particulares condiciones, tanto físicas como económicas, de la parte baja de la ría del Nervión que forma una especie de bahía conocida como el Abra, siendo el punto de entrada del puerto de Bilbao.
Uno de sus principales activos profesionales fue la experiencia de los marinos algorteños sobre el medio y la navegación en general. El otro, su posición geográfica, dominando la entrada del Abra y con las mejores atalayas para controlar el tráfico de la zona.
Excluido el comercio directo que estaba limitado por los privilegios de las villas de Portugalete y Bilbao, dominaba una dedicación mixta, producto de la combinación de la pesca de bajura en pequeñas embarcaciones y los lemanajes, es decir, la ayuda a la entrada y salida de la ría y del Abra a los barcos que se dirigían a Bilbao.
Al crecer y ampliarse las actividades marítimas del puerto, los marinos de Algorta tuvieron la necesidad de crear un organismo que las regulara. Las limitaciones legales impuestas por los privilegios de Portugalete hicieron que la institución resultante, la Cofradía de mareantes de San Nicolás de Algorta, mantuviera una organización mínima. Desde su nacimiento durante el primer tercio del siglo XVII, el cargo principal era el de Mayordomo. Las reuniones se hacían inicialmente junto al cementerio de la iglesia de Santa María, pero pasaron pronto (1634) al Puerto Viejo, primero a la ermita de San Nicolás, y de ahí, un siglo después, a la casa Etxetxu, construida para ese fin.
Como expertos conocedores del Abra, los lemanes del Puerto Viejo pugnaban con los de las localidades cercanas por guiar a los barcos y salvar la peligrosa barra de arena móvil que se formaba en la ría y que podía hacerlos naufragar. Para ello, se apostaban en el promontorio de Erriberamune y se turnaban en la vigilancia del Abra.
El mar también era y es, fuente de salud, riqueza, ocio y trabajo. A finales del siglo XIX se empezaron a poner de moda entre las clases acomodadas los baños de mar, recomendados por doctores y perfectamente organizados en el hotel y balneario de Igeretxe. Precisamente, su pericia y su conocimiento del Abra, hicieron de estos hombres unos expertos en el salvamento de náufragos, asistiendo con éxito a los numerosos barcos que zozobraban en la costa. Con el tiempo, se creó un equipo especializado y en los años 70 del siglo XX, la Estación de Salvamento de Náufragos pasó a manos de la Cruz Roja del Mar.
Tanto la actividad pesquera de bajura y el lemanaje de los hombres, como las actividades relacionadas con el incipiente turismo, crearon oportunidades de trabajo para las mujeres del Puerto Viejo, como "sardineras" vendiendo el producto de la pesca diaria, como "ayas" en las mansiones de Neguri, lavanderas y planchadoras o como empleadas del balneario y hotel.
Desde esta privilegiada atalaya se vigilaba el Abra, buscando barcos que guiar, naufragios que atender, hijos, hermanos, padres y maridos de vuelta de la mar… Las esculturas del Arrantzale (=Pescador, obra de José Luis Butrón) y la Sardinera (de Luis Iñiguez) nos lo recuerdan. Pero también este edificio singular, el Etxetxu (siglo XVIII), que fue lugar de reunión habitual de la Cofradía, Escuela de Lemanes y centro neurálgico del Puerto Viejo, entre las estrechas y coloridas casas que se adaptan a su peculiar orografía.
El Puerto Viejo de Algorta ha sobrevivido al paso del tiempo conservando todo su encanto. Hoy este barrio, con sus casas de pescadores de alegres colores y estrechas callejuelas, es el reflejo vivo de una parte importante de la vida de Getxo. También es uno de los lugares preferidos por gran cantidad de locales y visitantes que se acercan para tomar unos “potes”, probar su suculenta gastronomía en forma de “pintxo” o en sus restaurantes.