Para hacer bien el amor hay que venir al sur

Ella es una guionista que debe escribir y entregar en menos de dos horas una historia basada en las canciones de Rafaella Carrá. Él es el encargado de poner en limpio las ideas de ella. Cuando la escritora empieza a idear una trama basada en la vida amorosa de tres amigas, tanto él como ella lo visualizan encima del escenario como si ya estuviera representándose. Es así como, a la vez, asistimos al proceso de creación del musical y vemos las vicisitudes de las tres chicas protagonistas. Tres personajes: Un montañero y su mochila recargada de sorpresas, una yonki acompañada por su mascota disecada y una monja aparentemente retrógrada, intentarán salvarse del encierro involuntario y ver la luz. Tres seres cuyas afinidades y creencias los distancian más que unen se enfrentarán a una “convivencia” marcada por los prejuicios y el delirio. La pregunta es: ¿Hay lugares peores que el infierno? La respuesta es: Sí, la línea 6 de metro. Esta pregunta parece una exageración, pero piénsenlo bien. ¡El Apocalipsis! Sí claro, el demonio, el fuego, el fin del mundo… El coronavirus. Ya, compro. ¿Pero qué tiene un final? Ganan unos, pierden otros. La destrucción, el caos. ¿Y después, la felicidad eterna? Pues eso. La línea 6 es circular, su trayecto, una vez dentro, es infinito.