Ellas bailan solas

Dos angelicales viejecitas, a bordo de su silla de ruedas eléctrica, recorren atónitas las calles de la ciudad, andan como perdidas, pero en realidad se han fugado de la Residencia. Los celadores las buscan y ellas ya han tomado una decisión, basta de ser trastos viejos apartados en un rincón. De apariencia frágil, allá donde llegan la lían. Eufóricas por la excitación de sentirse libres, acometerán, ante nuestros ojos, proezas impensables para su edad. “Pueden ser peligrosas, mejor seguirles la corriente”, dicen los carteles pegados por las calles. Dedicado a las viejas y viejos felices que siguen teniendo sueños.